Ivette Sosa
“Si no pueden renuncien”, fueron las contundentes palabras que Norelia Hernández, madre de Norberto Ronquillo, expresaba para que las autoridades de la Ciudad de México le brindaran información y avances sólidos sobre el paradero de su hijo secuestrado, estudiante de la Universidad del Pedregal.
“Ello está removiendo a México, porque si no fue mi vecino, fue mi tío, sobrino o maestra. Esto no es (un caso) aislado”, apuntaba la afligida madre, quien sostenía que no era Norberto, sino el país entero el que vive en zozobra, con miedo, acechados por una jauría delictiva.
UNA OPORTUNIDAD
Puntualizaba que el secuestro de Norberto era una oportunidad para que las autoridades capitalinas y federales demostraran que podían solucionar los problemas.
Desafortunadamente, la madrigada de este lunes 10 de julio fue hallado el cuerpo sin vida de Norberto, en las inmediaciones de la alcaldía Xochimilco.
Un caso más que refiere la inseguridad y violencia que impera en nuestra urbe y en todo el país, y que a diario estamos a merced de éstas los ciudadanos de a pie. Los que no estamos rodeados de guaruras, que no tenemos autos blindados y que no usamos armas.
Tiene razón la señora Norelia Hernández, no es Norberto, es México que está harta de la criminalidad e impunidad que opera en el país. A más de medio año de iniciado el auto nombrado Gobierno de la Cuarta Transformación, el cuestionamiento sigue siendo, ¿hasta cuándo?
Amarrado con cables y envuelto en bolsas, encontraron a Norberto